En octubre, Nike vivió un cambio de CEO motivado por la crisis que atraviesa la compañía, la cual ha experimentado una caída del 10% en las ventas del primer trimestre, especialmente en América del Norte y Europa.
En los últimos años, Nike ha enfrentado desafíos significativos, como una identidad de marca en declive, una competencia cada vez más feroz en el sector de ropa deportiva y un retroceso en su negocio en China, donde muchos minoristas han comenzado a tambalear.
El nuevo CEO de la compañía es Elliot Hill, un veterano que comenzó como becario y ha escalado puestos dentro de la empresa. Hill regresa de su retiro para reemplazar a John Donahoe, quien, aunque deja el cargo de CEO, continuará como asesor de Nike.
Objetivos clave que los inversores esperan del nuevo CEO:
Recuperar cuota de mercado en categorías clave donde la marca ha experimentado retrocesos, como el running, un segmento crucial para la identidad de Nike.
Reconstruir las relaciones con socios minoristas que se han visto afectadas por años de tensiones y desacuerdos.
Retener e inspirar al personal, especialmente al que ha perdido la fe en la dirección de la empresa.
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Acelerar el desarrollo de nuevos productos y crear nuevas experiencias dentro de sus tiendas para recuperar la confianza del consumidor y mejorar la imagen de la marca en el mercado.
Reconectar con la cultura del sneaker y con los consumidores más jóvenes, quienes juegan un papel fundamental en el futuro de la marca.
Nike administra actualmente tres grandes franquicias de calzado que están estancadas: Nike Dunks, Air Force 1 y Jordan 1. El director financiero, Matt Friend, indicó que se reducirá intencionalmente el peso de estas líneas en el negocio, mientras se busca aumentar la cuota de mercado en segmentos como el fútbol, el fitness y el atletismo.
Como señaló Friend, «Cada obstáculo, cada contratiempo, era una oportunidad para aprender, adaptarse y mejorar».