Los puntos vulnerables de Occidente para el 2024 donde podríamos pagar una cuenta muy alta … y sin devolución.
Por Roberto Busel, Presidente del Directorio de NMC Chile en NMC International SA.
En el actual ambiente de creciente polarización, lo anterior permite anticipar que las tendencias intolerantes se acentuarán en el futuro deteriorando el diálogo racional y la viabilidad de la democracia.
La falta de unidad occidental y la indecisión frente a las amenazas actuales plantean el riesgo de repetir errores pasados. A medida que el mundo enfrenta desafíos críticos, la clave radica en la capacidad de los líderes para estar a la altura de las circunstancias y no dejar solos a aquellos que buscan el apoyo conjunto de Occidente.
Además de una recreación de la Guerra Fría, estamos corriendo aceleradamente hacia el pasado, a un período que tiene muchas similitudes con la época previa a la Segunda Guerra Mundial, con la conformación de un eje Irán, Rusia, Corea del Norte y otras autocracias que están imponiendo en este momento una lógica de violencia en las relaciones internacionales, como hace mucho que no vivimos.
Sobre China, hoy se encuentra expectante, muy similar al rol de Japón en los años treinta con la invasión a Manchuria, aunque no concretó aún su política de amenaza latente hacia Taiwán y su avance sobre el Mar de la China en territorios marinos que corresponden a países como Filipinas, Bután y Malasia, de manera que este expansionismo está presionando muy fuertemente al mundo libre para intentar desafiarlo, ver hasta dónde pueden avanzar, no solo por sus apetencias territoriales, sino con la imposición de un tipo de modelo, el de sociedades cerradas regidas por autoridades fuertes, economías dirigidas.
El mundo occidental lo veo frágil y en crisis en un escenario similar a la época previa a la Segunda Guerra Mundial, cuando se dejó avanzar a las autocracias. Hoy Occidente no comprende en profundidad la amenaza que recae sobre sus hombros y que está atrapada en su propio discurso sin dar una respuesta categórica a potencias como Rusia, China, Corea del Norte, quienes están aprovechando este momento de debilidad y de duda, de debates inconducentes, para pararse frente a lo que es una pelea cultural de fondo.
El hecho de que Irán esté multiplicando los conflictos, implica que siente un permiso implícito en la debilidad de Occidente y en sus respuestas como para seguir ampliando los focos, primero en Yemen, luego con Hezbollah en el sur del Líbano, y de Siria, Irak, y ahora en Pakistán. Los líderes hutíes comprenden que cuanto más involucren a Estados Unidos en el conflicto del Mar Rojo, mayor será su impacto en la economía mundial. Si entendemos ese esparcimiento de la violencia, entendemos que también se fundamenta en los permisos implícitos que da la debilidad de Occidente en su falta de unidad.
Occidente no genera anticuerpos dentro de sus sociedades como para poder establecer cuál es el límite de la libertad basada en el principio de que “mi libertad mientras no afecte al otro”.
La legitimidad del poder en las democracias de Occidente depende esencialmente de su control institucional. Cuando las instituciones del Estado, creadas por los países para controlar a los gobiernos y limitar su poder, fallan en su misión principal, la fractura política y social se muestra sin remedio. Las tensiones políticas en las democracias surgen como consecuencia de que las instituciones democráticas viven en una permanente campaña electoral olvidando los problemas reales de los ciudadanos. Se centran en una simple lucha por el poder.
Una de las falsedades debilitantes difundida con persistencia en las universidades de Occidente, es que el mundo se divide entre buenos y malos, siendo los buenos aquellos que piensan parecido y los malos los que adhieren a otras formas de ver el mundo.
Occidente está en un momento de debilidad y esta situación nos va a salir muy cara.