Por Justin Wright
Cometí un gran error en mi primer rol de liderazgo.
Traté a cada miembro del equipo exactamente de la misma manera.
Lo que funcionó para mis empleados más experimentados frustró completamente a los más jóvenes.
Y lo que motivó a mis compañeros millennials incomodó a los boomers.
Esto es lo que aprendí:
Los grandes líderes no utilizan un enfoque de talla única.
Algunos miembros del equipo anhelan retroalimentación diaria. Otros prefieren chequeos mensuales.
Algunos quieren instrucciones detalladas. Otros necesitan libertad creativa.
A algunos les encanta la lluvia de ideas colaborativa. Otros piensan mejor solos.
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¿El secreto?
Conocer a cada persona como un individuo.
Pregúntales: • Cuándo hacen su mejor trabajo • Cómo prefieren comunicarse • Qué apoyo necesitan para tener éxito • Qué tipo de retroalimentación les ayuda a crecer
Porque el liderazgo no se trata de tu estilo.
Se trata de adaptar tu estilo para ayudar a cada persona a prosperar.
Los mejores equipos no se construyen tratando a todos por igual.
Se construyen tratando a cada uno de manera individual.
Ahí es cuando ocurre la magia.
Y ahí es cuando todos ganan.
¿Cuál es tu mejor consejo para liderar diferentes generaciones?