Por Vicente Cruz, Founder & CEO de Sheriff
La Ley 20.720, o más conocida como “Ley de Quiebras”, ha sido de gran ayuda para personas y empresas en Chile, en especial desde su última modificación en diciembre del 2023, permitiendo una salida ordenada a sus problemas de sobreendeudamiento y ofreciendo la posibilidad de reorganización y liquidación, con varias posibilidades de mejoras.
Desde que la ley fue modificada, con la introducción de un proceso más simple y económico para facilitar la quiebra, se ha visto un notable incremento en el uso de esta herramienta legal. A junio de 2024, con 3.257 casos de quiebra registrados (de empresas y personas), se ha alcanzado el 75.78% de la totalidad de casos observados durante todo el 2023 (4.298 quiebras), potenciado en gran parte por los procesos de las personas, donde los casos aumentaron un 100.07% de 1.465 en junio de 2023 a 2.931 en junio de 2024. En el procedimiento de renegociación, se observó un incremento del 192.48% con 319 casos en junio de 2023 y 933 casos en junio de 2024.
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Sin embargo, ¿por qué en Chile está mal visto pedir la quiebra? Esta es una instancia para reinventarse, de hecho, en Silicon Valley, Estados Unidos, tienen una frase vox populi sobre esto: “tener una quiebra o una startup fallido en tu currículum a veces se considera una insignia de honor”
Con esto vemos como en otras culturas toman “el quebrar” como una oportunidad, más que un fracaso; incluso, quienes no han quebrado no han vivido la experiencia de emprender, un viejo refrán dice: “No he fracasado. Simplemente he encontrado 10,000 maneras que no funcionan”.
Aunque la Ley ha demostrado ser efectiva y ha traído resultados, todavía tenemos una deuda cultural con respecto a la reputación detrás de una quiebra. Quebrar es hacerle frente a los problemas, sin faltar a la confianza, porque lo hace público y no se «escapa”. Es importante educar y cambiar la connotación negativa asociada con la quiebra, reconociéndola como un paso necesario y constructivo.