Por Roberto Busel
El Sur Global existe y ahora es un actor y una realidad geopolítica relevante en el mundo.
El Sur Global es un concepto híbrido que va más allá de la historia y geografía de países de Africa, Medio Oriente, Asia y América Latina y el Caribe. Por ello, no es correcto definirlo en función de la asignación de una línea imaginaria que divida el hemisferio norte y el hemisferio sur. Su identidad está en función de las condiciones estructurales que se relacionan con la distribución del poder, la toma de decisiones y sus dinámicas de carácter social, político y económico.
China e India son parte del Sur Global y están en el hemisferio norte. Por su parte, Australia y Nueva Zelanda no representan al Sur Global y están en el hemisferio sur.
En tiempos contemporáneos el llamado Sur Global ha tomado una inusitada atención a nivel internacional en los ámbitos no sólo político, sino también económico, financiero y académico. En el 2030 tres de las cuatro principales economías del mundo -China, India e Indonesia- serán del Sur Global y, en el 2050, siete de las 10 mayores economías serán del Sur Global.
En términos generales, el Sur Global se refiere a países de bajos ingresos o con un nivel relativamente bajo de desarrollo socioeconómico e industrial, en comparación con las naciones más ricas del norte. Es una de países que representan más del 85% de la población mundial y cerca del 40% del PIB mundial.
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Desde el fin de la Guerra Fría, los gigantes corporativos del mundo desarrollado han sido la fuerza dominante en el comercio global. En la actualidad, los consumidores de casi todos los países se ven afectados de alguna manera por las operaciones mundiales de las compañías multinacionales de Estados Unidos, Europa y, en menor medida, Japón; las que ahora se sienten amenazados con las empresas chinas en industrias que van desde automóviles hasta ropa y que se expanden en el mundo a una velocidad sorprendente.
Ha comenzado una nueva contienda comercial y su campo de batalla no es ni China ni el mundo desarrollado, sino las economías de rápido crecimiento del Sur Global.
La expansión de las empresas chinas está adoptando dos formas. Una es a través de cadenas de suministro globalizadas. La inversión extranjera directa en nuevas instalaciones por parte de empresas chinas se triplicó el año pasado, hasta alcanzar los 160.000 millones de dólares. Gran parte de esa inversión se destinó a construir fábricas en países desde Malasia hasta Marruecos. Menos conocido es el hecho de que las empresas chinas también están buscando a los 5.000 millones de consumidores que viven en el resto del mundo en desarrollo.
Desde 2016, las empresas chinas que cotizan en bolsa han cuadriplicado sus ventas en el Sur Global hasta los 800.000 millones de dólares. Para Occidente, que intenta hacer frente al ascenso de China, eso conlleva lecciones incómodas.
Las empresas chinas están mirando al exterior en parte debido a la desaceleración del crecimiento económico y a la feroz competencia interna. Están socavando el dominio de las multinacionales establecidas en todas partes, desde todo hacia Asia, pasando por Africa y llegando a toda América Latina. Veamos un par de ejemplos:
Transsion es una empresa de electrónica que produce la mitad de los teléfonos inteligentes que compran los africanos y Mindray es el principal proveedor de sistemas de monitoreo de pacientes en América Latina. Y debemos agregar la gran de los fabricantes chinos de vehículos eléctricos.
Sin embargo, esta expansión china es consecuencia de las políticas de los gobiernos desarrollados de que colocan barreras comerciales para impedir el ingreso de productos tales como los paneles solares y los vehículos eléctricos chinos y estas empresas chinas eluden estas restricciones trasladando la producción al Sur Global.
Vender a los mercados emergentes se ha vuelto más atractivo. El gobierno de China ha construido vínculos diplomáticos con el Sur Global, facilitando grandes inversiones en infraestructura, facilitando que el mundo emergente se acerque cada vez más.
Miles de millones de personas se verán beneficiadas por una mayor variedad de productos baratos e innovadores y ecológicos. Los teléfonos inteligentes de 100 dólares de Transsion significan que algunas de las personas más pobres del mundo tienen ahora a su alcance todo el conocimiento y los servicios que ofrece Internet. Los dispositivos médicos económicos salvarán innumerables vidas. Las tecnologías de bajo costo que no dañan el clima aumentan las probabilidades de que los países en desarrollo puedan mantener bajo control sus emisiones de gases de efecto invernadero. Las empresas chinas, antaño ridiculizadas por producir imitaciones de mala calidad, han dominado la habilidad de producir bienes para consumidores de bajos ingresos de una manera que las empresas occidentales nunca hicieron.
Durante décadas, Occidente fue el defensor de la globalización en el mundo. Las consecuencias de su decisión de replegarse sobre sí mismo para protegerse de la competencia china tardarán años en quedar totalmente claras. Pero el mundo no se queda quieto. Las multinacionales occidentales han sido durante mucho tiempo los principales agentes del comercio y la inversión transfronterizos, y algunos de los mayores beneficiarios de la apertura.