Por Javier Andrés Vergara Molina
Las marcas globales, como Zara, han hecho del cambio constante una de sus principales señas de identidad, renovando frecuentemente sus espacios y colecciones para mantener la frescura y la atracción del cliente. Este enfoque, que considero fantástico, es clave en su éxito.
Este dinamismo no solo se centra en los productos, sino también en la experiencia en tienda: cada visita se convierte en una experiencia nueva y única. Sin embargo, en el caso de muchas (aunque no todas) marcas locales latinoamericanas, y a pesar de que gigantes como el grupo Inditex, H&M, y en su momento Forever 21, comparten ubicaciones en varios centros comerciales de la región, este enfoque aún no es tan común. Esto se debe, en parte, a la falta de inversión en visual merchandising y diseño de espacios comerciales, pero también a una cierta resistencia a adoptar prácticas que, aunque probadas, requieren un replanteamiento cultural y estratégico.
Algunas marcas locales en Latinoamérica intentan diferenciarse, pero muchas veces terminan replicando el enfoque de sus competidores globales sin adaptarlo al contexto, el mercado y los valores únicos de la región. Esto da como resultado espacios que, aunque intentan ser modernos o “a la moda”, carecen de una identidad propia y no logran establecer una verdadera conexión con el cliente local. El verdadero desafío para las marcas latinoamericanas, y para los centros comerciales, no es simplemente «imitar» lo que hacen gigantes como Zara, sino adaptar las mejores prácticas internacionales al mercado local, creando una propuesta de valor original.
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«Invertir en la renovación constante de los espacios, aunque costoso, se traduce en una experiencia de compra atractiva y relevante que puede fidelizar al cliente.»
Sin embargo, dejarse llevar por tendencias sin un análisis profundo o copiar estrategias de grandes marcas sin adaptarlas a la identidad local puede alejar a los consumidores.
Para marcar una verdadera diferencia, es esencial que las marcas latinoamericanas adopten un enfoque estratégico que tenga en cuenta tanto el diseño como las expectativas y preferencias del cliente local. Esto les permitirá fortalecer su imagen comercial, optimizar los metros cuadrados de tienda, destacarse en el mercado, desarrollar una imagen única que atraiga tanto a consumidores nacionales como extranjeros y, en última instancia, aumentar sus ventas.