«La gran ineficiencia no resuelta en el retail» es el tema que en esta nota trata Laureano Turienzo, CEO Retail News Trends
Usted entra en una tienda. Hay miles, decenas de miles de productos apiñados. Las tiendas conceptualmente han sido pensadas como el último paso entre un producto y un consumidor.
Conceptualmente fueron ideadas en un mundo donde los retailers eran básicamente distribuidores de productos y poco más. Por esa razón, la aplastante mayoría de las tiendas en el mundo son depósitos de productos. Esto es ineficiente y absurdo en el mundo en el que estamos. Y ningún retailer en el mundo lo ha resuelto.
Hoy conceptualmente, los supermercados, por ejemplo, se parecen mucho a los de los años 70, hace medio siglo, por poner una fecha.
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Las latas de atún, los rollos de papel higiénicos, las botellas de agua, viajan de almacenes centrales del retailer o de las marcas al almacén de las tiendas. De ahí hacen otro viaje sin cese a las estanterías. Empleados en una constante vigilia deambulan de la estantería al almacén de la tienda en busca de productos para rellenar las estanterías. Esto da lugar a ineficiencias de optimización de tiempos de estos empleados (sus funciones deberían viajar del tiempo dedicado a mover mercancías a hacer mejor tareas que mejoraran las experiencias de compras de los clientes) , y lo que es más grave a un sinfín de rupturas de stock, es decir a pérdidas de ventas y a lo peor de lo peor: a la frustración de los consumidores.
Esto debería tener los días contados, al menos en algunas tiendas que aspiran a gestar un retail del siglo XXI. ¿Qué le aporta a una tienda tener estanterías llenas de papel higiénico y botellas de lejía? Hoy el 90% del espacio de muchas tiendas es espacio de stock, cuando el 90% del espacio debería ser de experiencia positiva: productos frescos, degustaciones, clases de cocina, clases de nutrición, clases de estilismo…etc.
Un cliente debería entrar en una tienda y tener en las estanterías un solo producto de estos productos no-experienciales (experiencias positivas). Estos productos tendrían unas etiquetas digitales aparecería la descripción, precio y en algunos casos la fecha de caducidad. El cliente los escanearía desde su móvil o desde un escaner, indicaría las cantidades, y al terminar la compra de los no-experienciales, lo señalaría, y le indicarían en qué caja de recogida estaría preparado su pedido de los no-experienciales (positivas) y en cuánto tiempo. Mientras, el cliente aprovecharía para ir a comer algo, tomar un café, asistir a una clase de cocina, hablar con un nutricionista, interactuar con un estilista o simplemente ir a comprar la carne, el pescado u otros productos frescos.