En un mundo globalizado y en constante cambio, las percepciones sobre la competitividad de China están siendo cuestionadas más que nunca. Muchos analiza a China todavía desde la óptica obsoleta del costo de mano de obra, citando cifras de hace varias décadas y ignoring otros factores clave que han definido su posicionamiento en el escenario mundial durante años.
El análisis de @Yao J. desafía estas ideas preconcebidas y nos invita a replantear qué significa realmente ser competitivo en la manufactura y en los negocios en general en la actualidad. La discusión no se centra solo en salarios, sino en un conjunto de atributos que combinados ofrecen a China una ventaja estratégica difícil de igualar por cualquier otra economía emergente o desarrollada. Puedes leer el artículo completo aquí.
La verdadera narrativa: China ya no compite en costos, sino en escala, velocidad, habilidad y personalización masiva
Durante décadas, la idea de que la ventaja de China radicaba en su mano de obra barata fue dominante. Sin embargo, esta percepción ha quedado profundamente desactualizada. Como señala Yao J., las cifras recientes indican que el salario por hora en la manufactura china ya en 2022 se acerca a los 6.50 dólares, muy por encima de los 4 dólares en 2016. Esto evidencia que la estrategia basada en la reducción de costes laborales ha llegado a un punto de saturación, y que la ventaja competitiva del país ha evolucionado hacia otros aspectos.
En realidad, China ha construido una capacidad industrial masiva, escalable, rápida y adaptada para la producción en masa, con una capacidad de personalización que desafía la lógica de costos únicamente. Así, su fortaleza radica en la capacidad de producir a gran escala, con una velocidad impresionante, y adaptarse a las demandas cambiantes del mercado global.
Más allá del salario: ¿Qué hace verdaderamente a China competitiva?
Yao J. destaca que en el contexto actual, factores como la escala de producción —que permite economías de tamaño—, la velocidad para responder a solicitudes de mercado, la habilidad tecnológica y la capacidad de ofrecer productos personalizados en masa, son los pilares que sustentan la competitividad de China.
Por ejemplo, Apple y otras multinacionales no pueden permitirse mover su producción a países con menos experiencia industrial o menor escala de operación, pese a que en otros lugares los salarios puedan ser más bajos. La complejidad del ecosistema industrial chino, sus cadenas de suministro integradas y su infraestructura logística avanzada hacen que esa estrategia sea inviable en el corto plazo.
La visión anacrónica y prejuiciosa de seguir luchando por costos bajos
Este enfoque miope de centrarse en salarios como la clave de la ventaja competitiva refleja una visión simplista, que además se apoya en prejuicios y sesgos históricos. La realidad es que en la economía moderna, la diferenciación en calidad, innovación y servicios ha desplazado la lógica de competir solo por precio.
En ese sentido, subestimar a China, pensando que su única fuerza está en abaratar productos, equivale a un error estratégico. La competencia real se basa en capacidades que requieren inversiones en habilidades, tecnología, infraestructura y escalabilidad, aspectos en los que China lleva años invirtiendo para mantener su liderazgo.
La lección para otros países y empresas: no subestimar a la competencia
Subestimar a China en estos términos puede ser peligroso. Gente y empresas que creen que China solo puede competir por sus costos laborales están dejando pasar la oportunidad de entender su verdadera propuesta de valor. La realidad es que China ahora es un nodo clave en la fabricación global, con capacidad para responder rápidamente a las demandas del mercado y ofrecer productos altamente personalizados, todo ello manteniendo costos competitivos a través de la escala y la eficiencia operativa.
Para las empresas occidentales y emergentes, esto implica replantear sus estrategias. La relocalización total quizás no sea la respuesta efectiva, sino entender cómo aprovechar la innovación, la agilidad y la infraestructura de China, en lugar de luchar contra una percepción equivocada.
La importancia de ser estratégico en un escenario dinámico
Yao J. recalca que los prejuicios y la visión sesgada pueden ser el primer paso para perder competitividad. Los que subestimen a China en su capacidad actual arriesgan perder la oportunidad de aprender e innovar en sus propios modelos de negocio.
Más importante aún, entender que la ventaja china radica en su capacidad de adaptarse rápidamente y en su escala masiva debería inspirar a las empresas y países a pensar en términos más amplios: no solo en costos, sino en crear ecosistemas completos que en innovación, logística eficiente, infraestructura sólida y capacitación continua. Solo así podrán competir en un escenario donde la batalla por la hegemonía industrial se ha desplazado desde los salarios hacia la excelencia operativa y tecnológica.