Por Laureano Turienzo
Nosotros: “Han bajado precios. Tenemos que defender nuestra cuota de mercado a toda costa. Bajemos precios”
Ellos: “Nos siguen. Bajemos más”.
Guerra de precios.
En algún momento, una de las compañías competidoras llega a su punto de ruptura, lo que significa que no puede permitirse bajar más sus precios. Las empresas con menos recursos financieros terminan quebrando.
En medio, aparentemente los grandes ganadores son los consumidores, ya que consiguen ahorrar. Pero la historia documentada del Retail, nos afirma que las guerras de precios a la larga han sido malas para los consumidores., ya que los sectores muy propicios a guerras de precios, constantemente están expulsando a competidores del negocio y los consumidores se quedan con menos opciones al final.
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Y por no hablar del coste social que implican guerras de precios duraderas que terminan con empresas cerradas y miles de personas en el paro.
Con menos competencia, los trabajadores se ven obligados a aceptar trabajos con salarios más bajos o mudarse para encontrar un trabajo.
Por otro lado, las empresas supuestamente ganadoras de la guerra, tras la victoria, se encuentran en medio de un mercado con precios hiperdevaluados, y con clientes reconvertidos, que básicamente les quieren por un atributo: el precio…. Y estarán con ellos, solo hasta que llegue otro más barato. Y eso siempre termina sucediendo.
En una guerra de precios, a la larga, todos pierden: vencedores, fabricantes, retailers, trabajadores y también consumidores.