Por Agustín Paolini, CEO Markmedia. Un apasionado del marketing, publicidad y medios
En una sociedad donde el trabajo a menudo se percibe como una carga, me surge una reflexión que invita a replantear nuestra relación con la labor diaria. Siempre he creído que trabajar no debería ser un yugo, un castigo ni una obligación, una pega ( trabajo en Chile) que solo sirva para sobrevivir. El sueño de convertir el trabajo en una pasión, en un hobby, podría transformar radicalmente nuestra realidad.
Imagina un mundo donde la idea de levantarse temprano para ir al trabajo no se acompaña de suspiros de desagrado y resignación. Donde la noción de «horas extras» desaparece porque cada minuto dedicado al trabajo es un placer, no una obligación. En este mundo ideal, la compensación económica es solo un aspecto más de una actividad que nos llena de satisfacción y alegría.
Trabajar en lo que nos gusta tiene un significado profundo. No se trata solo de cumplir con responsabilidades laborales, sino de encontrar un propósito y una conexión emocional con lo que hacemos. Cuando trabajamos en lo que nos apasiona, cada tarea se convierte en una oportunidad de crecimiento y realización personal… en mi caso en un juego entretenido. La energía y la dedicación que ponemos en nuestra labor son reflejo de nuestro compromiso genuino, lo que a su vez mejora nuestro rendimiento y satisfacción, entregamos mejoras a la sociedad.
La pregunta entonces es: ¿cómo podemos cambiar la percepción del trabajo para que deje de ser una carga y se convierta en una fuente de realización personal? En la búsqueda de una respuesta, podría ser que el primer paso sea identificar nuestras verdaderas pasiones y habilidades. Cada uno de nosotros tiene talentos únicos y aficiones que podrían convertirse en su profesión ideal si las circunstancias asi lo permitieran.
La transformación comienza con una educación que fomente la exploración y el desarrollo de intereses desde una edad temprana. En lugar de preparar a los estudiantes para carreras predeterminadas, podríamos incentivar la curiosidad y la creatividad, permitiéndoles descubrir lo que realmente les apasiona. Esto implicaría un cambio en el sistema educativo, enfocándose menos en la formación tradicional y más en el aprendizaje experiencial y personalizado.
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Por otro lado, las empresas también juegan un papel crucial. Imaginemos organizaciones que valoren el bienestar y la felicidad de sus empleados tanto como la productividad y los resultados financieros. Lugares de trabajo donde el desarrollo personal es tan importante como el profesional, y donde se promueve un ambiente de respeto y colaboración. Empresas que alienten a sus empleados a seguir sus pasiones y les brinden las herramientas para hacerlo.
El desafío de trabajar solo en lo que nos apasiona también nos invita a considerar la flexibilidad y la innovación en nuestras carreras. En un mundo donde las trayectorias profesionales no están grabadas en piedra, sino que evolucionan y cambian con el tiempo, podríamos encontrar múltiples formas de integrar nuestras pasiones en nuestras vidas laborales. Esto podría incluir trabajos a tiempo parcial, emprendimientos, proyectos independientes y la posibilidad de cambiar de carrera sin miedo.
La adaptación a los cambios es un aspecto vital en este contexto. Muchos profesionales con vocación de ser los profesores, a menudo se enfrentan a la realidad de que los salarios no se ajustan a sus necesidades y expectativas de vida, se pierden la oportunidad de enseñar, son sin dudas personas que tendrán esa materia pendientes.
Esta disonancia entre pasión y remuneración puede llevar a la frustración y al abandono de la profesión. Por eso, es crucial que se reconozca y se valore adecuadamente el trabajo de aquellos que dedican su vida a educar y formar futuras generaciones, ajustando las condiciones laborales para que sean sostenibles y atractivas.
¿Nos haría esto ser mejores personas? Es probable que sí. ¿Una mejor sociedad? , sin duda alguna!
Trabajar en lo que nos apasiona no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también puede incrementar nuestra creatividad, productividad y satisfacción general… y me atrevo a decir que mejoraría la salud física y mental. La motivación intrínseca, es aquella que proviene de hacer algo que realmente amamos, es una fuerza poderosa que puede llevarnos a alcanzar niveles de éxito y realización personal que jamás imaginamos.
Un trabajo, una actividad que sea nuestra pasión no es solo una utopía, sino una posibilidad real que requiere un cambio de mentalidad y esfuerzo colectivo. Si logramos construir una sociedad donde el trabajo y la pasión vayan de la mano, podríamos no solo mejorar nuestras vidas individuales, sino también crear comunidades más felices y productivas.
Podríamos en nuestros entornos con nuestros familias, lugares de trabajo a repensar nuestras prioridades y a esforzarnos por hacer del trabajo una fuente de alegría y no de sufrimiento. En la agencia siempre cuando entrevisto a postulantes es con humor, y les pregunto si aman lo que hacen… porque son publicistas, marketeros, diseñadores, publicistas, sociólogos, TI , programadores, en fin lo que tiene que ver con Markmedia y en algunos casos me dijeron que les apasionada sus profesiones…y esas personas no les preguntaba nada más eran o son contratados!
Porque en ese mundo, todos podríamos levantarnos cada día con una sonrisa, sabiendo que el trabajo que realizamos nos hace sentir vivos y nos permite ser la mejor versión de nosotros mismos.
El entorno agradece que la actitud sea de positivismo, de alegría porque lo que se hace es con amor y pasión.