«Comida compartida» es el tema que nos propone Margarita Fakih Coach certificada por el Institute of Integrative Nutrition (IIN), y experiencia en el lanzamiento de productos alimenticios en América Latina.
En un mundo donde aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano se desperdicia, la necesidad de soluciones innovadoras es más urgente que nunca. Para poner esto en perspectiva, cada año, la cantidad total de alimentos desperdiciados es comparable a llenar completamente 100.000 estadios de fútbol de tamaño olímpico. . En este contexto, emergen las plataformas de comida compartida, no solo como una herramienta tecnológica, sino como un movimiento hacia una mayor conciencia y responsabilidad social.
En los últimos años, ha habido un notable aumento en el número y la diversidad de iniciativas de compartición de alimentos. Estas iniciativas utilizan plataformas digitales como redes sociales, aplicaciones móviles y sitios web para conectar a individuos y negocios (como minoristas, productores y tiendas locales) con usuarios que pueden aprovechar los alimentos sobrantes. Estas plataformas incluyen una variedad de modelos y se enfocan en diferentes grupos objetivos, como individuos compartiendo alimentos entre sí o supermercados compartiendo alimentos excedentes con organizaciones cívicas.
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OLIO ha revolucionado la forma en que las comunidades manejan el desperdicio de alimentos. Esta intuitiva aplicación permite a los usuarios compartir fácilmente excedentes de alimentos con personas en su área local. Los usuarios comienzan tomando fotos de los alimentos, agregando la ubicación, y compartiendo en la plataforma, quedando a la espera de un mensaje para coordinar la entrega. También, abarca otros productos fuera de alimentos, reforzando su compromiso con la sostenibilidad y la conectividad comunitaria.
Desde Irlanda, FoodCloud, fundada en 2013, representa una solución innovadora que conecta a minoristas con alimentos excedentes con grupos comunitarios y organizaciones benéficas. Utilizando tecnología avanzada, esta plataforma facilita donaciones diarias de alimentos, apoya a bancos de alimentos, ofrece un centro de recolección y distribución, e incluso cuenta con un foodtruck para eventos. No solo reduce el desperdicio de alimentos, sino que también fortalece las comunidades, demostrando el poder transformador de las plataformas digitales en la generación de un impacto social significativo.
En Hong Kong, CHOMP está transformando la manera de gestionar el desperdicio de alimentos. Esta aplicación permite a los comercios de comida listar sus excedentes a precios reducidos, con más de 135 vendedores participando y evitando que más de 3.000 cajas de alimentos terminen en la basura. El proceso es simple: los clientes exploran tiendas, pagan en la app y recogen sus pedidos, simplificando enormemente la salvación de alimentos. Un concepto similar se encuentra en «Too Good To Go», con presencia en más de 17 países, enfocándose también en la reducción del desperdicio de alimentos mediante una plataforma accesible y amigable con el usuario.
Las plataformas de comida compartida impactan más allá de la mera reducción de residuos. Su contribución a la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero y la eficiencia en la cadena de suministro alimentario representan avances significativos hacia un futuro más sostenible. Además, estas plataformas mejoran la seguridad alimentaria de manera práctica y accesible, fortaleciendo la solidaridad y conexión en las comunidades.
A pesar de su éxito, las plataformas de comida compartida enfrentan desafíos significativos, entre ellos la regulación sanitaria. Un ejemplo claro es la necesidad de cumplir con estrictas normativas de seguridad alimentaria, lo cual puede ser un obstáculo particularmente para pequeños productores o individuos que quieren compartir alimentos. Esta situación requiere un equilibrio entre garantizar la seguridad alimentaria y fomentar la compartición de alimentos. Sin embargo, estos desafíos ofrecen oportunidades para innovar y desarrollar políticas que respalden tanto la seguridad como la sostenibilidad, adaptándose a distintos contextos culturales y económicos para expandir su alcance y efectividad.