En un contexto global donde la transformación digital y la inteligencia artificial (IA) han revolucionado las formas de producción y trabajo, Chile se enfrenta a la necesidad urgente de adaptar su industria de manera inclusiva y sostenible. La reciente iniciativa de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) de convocar una mesa de trabajo inédita entre empresas y las principales centrales sindicales del país marca un paso fundamental en esa dirección.
Este esfuerzo conjunto no solo refleja la importancia de un diálogo abierto y democrático para afrontar el futuro del trabajo, sino que también evidencia una visión de largo plazo centrada en el desarrollo humano y la competitividad responsable. Puedes leer el artículo de @Maurizio Pancorvo Picasso completo aquí.
A continuación, exploramos por qué este tipo de alianzas son clave para construir una industria chilena más eficiente, productiva y, sobre todo, justa.
El papel de la colaboración entre empresas y trabajadores
Tradicionalmente, el impulso a la innovación y la productividad en Chile ha estado dominado por decisiones de las propias empresas o por las políticas públicas diseñadas desde instancias gubernamentales. Sin embargo, la experiencia internacional y las buenas prácticas muestran que la participación activa de los trabajadores es un componente esencial para una transición tecnológica exitosa.
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El diálogo entre empleadores y sindicatos en torno a la implementación de IA y tecnologías emergentes fortalece la aceptación, reduce fricciones y permite diseñar soluciones que consideran las realidades de la fuerza laboral. La presencia de estos actores en una misma mesa no solo democratiza la conversación, sino que también democratiza el proceso de cambio que nuestra economía requiere con urgencia.
En países donde la participación del trabajador en decisiones relacionadas con innovación ha sido efectiva, los resultados han sido más sostenibles y pacíficos, evitando resistencias sociales que a menudo retrasan o complican procesos de digitalización.
Tecnologías disruptivas y la necesidad de un cambio cultural
El avance en inteligencia artificial y otras tecnologías digitales está transformando los procesos productivos en todos los sectores económicos. Para Chile, esto representa una oportunidad de elevar la eficiencia, reducir costos, mejorar la calidad y potenciar la innovación.
Pero la incorporación de estas tecnologías no es solo una cuestión técnica: es un cambio cultural profundo que requiere de un entendimiento compartido del valor del trabajo, de la formación continua y de la redistribución de beneficios. La participación de los propios trabajadores en ese proceso garantiza que las soluciones sean más sostenibles, que mitiguen riesgos de desplazamiento y que se formen alianzas sólidas entre todos los actores sociales.
Este enfoque colaborativo también ayuda a construir un relato más positivo respecto al futuro del trabajo, dejando atrás el temor y la resistencia para generar entusiasmo y compromiso por una transformación inclusiva.
Una hoja de ruta para una economía más competitiva y humana
La iniciativa de SOFOFA no solo es un acto simbólico, sino que puede marcar la diferencia en la forma en que Chile enfrenta su desarrollo industrial. Al unir esfuerzos y actores que tradicionalmente han estado en lados opuestos en el mundo laboral, se abre la posibilidad de crear una hoja de ruta en la que todas las voces sean escuchadas y consideradas.
Este proceso requiere una visión de largo plazo, donde la innovación tecnológica va de la mano con el fortalecimiento del capital humano y la protección social. La transformación digital, en su esencia, debe ser inclusiva y promover una economía más justa, competitiva y capaz de sostenerse en el tiempo.
Por ello, celebramos que estas instancias de diálogo y colaboración sean consideradas políticas de Estado, integrando a sindicatos, empresas y autoridades en un mismo propósito común: lograr que Chile, con su talento y recursos, pueda competir globalmente sin dejar atrás a su gente.
Postura de largo plazo y visión humanista
La transición hacia una industria moderna y eficiente no puede ser vista solo como un proceso técnico o económico. Implica también un cambio en la cultura laboral, en las formas de relación y en la percepción sobre el valor del trabajo humano en la era digital.
El compromiso activo de los trabajadores en la implementación de nuevas tecnologías no solo beneficia a las empresas, sino que también fortalece su bienestar y su sentido de pertenencia. La participación en la definición de procesos de cambio, capacitación y adaptación genera un entorno más resiliente y menos propenso a conflictos sociales.
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Este enfoque humanista y colaborativo, apoyado en iniciativas como la de SOFOFA, es la clave para que Chile pueda avanzar con sostenibilidad y equidad en esta transición tecnológica.
El camino hacia una industria chilena más eficiente, productiva y competitiva requiere transformar la forma en que pensamos y trabajamos en conjunto. La reciente mesa de diálogo entre empresas y sindicatos, liderada por SOFOFA, representa un ejemplo de cómo la colaboración activa y el diálogo abierto pueden ser la base para un cambio profundo y sostenible.
Este tipo de iniciativas no solo promueve una transición tecnológica inclusiva, sino que también construye las bases para una economía más justa, adaptable y resiliente. La participación de los trabajadores, que conocen en profundidad los procesos productivos y los desafíos en el terreno, es esencial para diseñar soluciones eficaces y duraderas.
Al integrar a todos los actores sociales en un proceso de planificación a largo plazo, Chile puede transformar sus desafíos en oportunidades reales de crecimiento con equidad. La innovación y la productividad deben ir de la mano con el desarrollo humano, y ese equilibrio solo se logra con ese diálogo democrático y participativo que hoy empieza a consolidarse.
Desde esta perspectiva, la apuesta de SOFOFA y las centrales sindicales no es solo una buena práctica, sino una necesidad imperante en un mundo que cambia rápidamente. La economía del futuro exige liderazgo compartido, visión de largo plazo y un compromiso genuino con las personas, quienes deben ser protagonistas del cambio, no solo receptores.
En definitiva, avanzar hacia una industria más eficiente, más productiva y más humana en Chile no es solo posible, sino que está en nuestras manos si promovemos la colaboración, la innovación con propósito y el respeto por el capital humano.