Por: Luz María García, Gerente General de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI)
Parece extraño pensar en los días en que se compartía un teléfono entre vecinos o cuando tener un computador era un privilegio al que pocas familias podían acceder. Hoy la tecnología ha dejado de ser un lujo para convertirse en una necesidad básica. Esta transformación digital refleja cómo la conectividad se ha vuelto fundamental para el desarrollo económico, social y educacional.
La conectividad en Chile ha avanzado de manera positiva. Según datos de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, en marzo de 2017 un 46% de la población tenía acceso a Internet fijo, hoy la cifra asciende al 66%. Aunque la brecha es pequeña, casi la mitad de las conexiones se encuentran en la Región Metropolitana.
La mayor problemática radica en que nuestro país cuenta con una geografía muy extensa y compleja, lo que dificulta llevar infraestructura de conectividad a todas las regiones de manera equitativa. Los esfuerzos del sector privado han sido fundamentales para expandir el acceso a internet, con iniciativas como Starlink o el proyecto Kuiper, los cuales llevan las señales de red mediante satélites a zonas que antes estaban marginadas.
La recién promulgada Ley de Internet como Servicio Público busca acortar aún más la brecha digital y garantizar que todos los ciudadanos, independientemente de su ubicación o situación económica, tengan acceso. Aunque podría considerarse que la medida llega tarde, la iniciativa sigue siendo bienvenida y la pregunta que queda entonces es, ¿cómo ayudamos a quienes se están quedando abajo de la adopción de las tecnologías?
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Chile está bien encaminado en cuanto a infraestructura y velocidad de las redes 5G, pero aún falta avanzar en alfabetización digital, porque no basta con tener acceso al ciberespacio, sino que la ciudadanía debe saber utilizarla a su favor. Por lo tanto, es necesario que el mundo público y privado aúnen fuerzas para entregar habilidades a la población.
El internet es un medio para reducir desigualdades porque facilita el acceso a la información. La educación en línea y los recursos digitales son herramientas poderosas para mejorar la calidad de la enseñanza. Incluso, abre la puerta a nuevas carreras técnicas y universitarias especializadas en software, análisis de datos y ciberseguridad. Con una mayor salida en un mercado globalizado.
El acceso a Internet tiene un impacto directo en la economía, permite a las empresas locales acceder a mercados globales, fomentar la creación de startups y negocios digitales. Una mayor conectividad significa que más emprendedores pueden beneficiarse de plataformas de venta en línea, lo que a su vez genera empleo y dinamiza el mercado.
Es importante trabajar como una hélice virtuosa: el mundo público, el privado, la academia y las organizaciones debemos colaborar para cerrar la brecha. Esto incluye una mejor infraestructura, programas de educación que demuestren los beneficios en nuestra vida cotidiana. Un esfuerzo conjunto para que toda la ciudadanía tenga la oportunidad de participar plenamente de la economía digital y contribuir al desarrollo del país.
No se trata solo de tecnología, sino de las oportunidades que estas pueden brindarnos. Garantizar la conectividad es esencial para el progreso económico, social y educativo. Se requiere de la colaboración de todos los sectores porque es una inversión en el futuro. Con una infraestructura robusta y una población altamente alfabetizada, Chile podrá liderar en innovación y desarrollo.